19 diciembre 2012


Siempre decido descansar bajo la sombra del árbol y escuchar la armonía que se repite constantemente junto al vaivén del viento, una armonía repetitiva pero agradable porque me conmueve cuando dice lo austero que es pensar en un futuro. 

Acostado siembro las palabras que se repiten en mi pensamiento, himnos de una futura aventura, y sonrío dichoso ante el impecable porvenir. Detrás queda todo el polvo levantado entre luchas y juegos; ahora vienen las preguntas que incitan a correr el camino con sonrisa imperiosa y mirada sincera. 

¡Niños, asomaos a la ventana y decidme si me he equivocado de camino! ¡Acompañadme en esta aventura! Quiero con vuestra presencia, aunque sea el murmullo de un adiós, sentir que mi refugio no es la obligación sino el divertimento de un sueño preciso.

Las montañas se reflejan en el horizonte conocido y son muros abiertos donde aguarda mi esperanza junto a su reflejo ardiente. Entre ellos bailareis al son de la armonía repetitiva, ante la presencia de los viejos campesinos que con sus enormes guitarras seguirán tocando hasta la eternidad. 


Alejandro Lema Villanueva

16 diciembre 2012

 AsesinARTE en el Teatro Principal. (Un petit essai)

El arte está en los ojos de los espectadores; y yo me los imagino con los ojos bien abiertos y sesgados por el filo de una navaja de afeitar, con los vestidos desgarrados y devorados por los rayos de luz de la sala de proyección. Inmóviles en el gran teatro y cegados por el choque traumatizante de la dura imagen, sumerjo a mis espectadores en un estado no convencional y los asesino allí mismo, a una velocidad de veinticuatro espectadores por cada fotograma.

Si de verdad existe un placer, es el de hacer el amor a todos aquellos cuerpos desnudos, entre desgarros sanguinolentos y cientos de navajas de afeitar brillantes, y cambiar de peluca y preparar el atrezzo para ser uno más de ellos. Intensificar el placer es confundir al asesino con los muertos y a la obra con el autor, para fundirse en la obra misma y retratarlo todo como un gran óleo pintado desde la gran lámpara de araña que cuelga en picado sobre la platea.

El arte está en mis ojos y,  tras los barrotes de la celda y desde mi retiro involuntario del mundo, observo la gran obra maestra del Juicio Final con sus siete ángeles con trompeta.

Ramón A.

Saturno devorando a un hijo