Siempre decido descansar bajo la sombra del árbol y escuchar la armonía que
se repite constantemente junto al vaivén del viento, una armonía repetitiva
pero agradable porque me conmueve cuando dice lo austero que es pensar en un
futuro.
Acostado siembro las palabras que se repiten en mi pensamiento, himnos
de una futura aventura, y sonrío dichoso ante el impecable porvenir. Detrás queda todo el polvo levantado entre luchas y juegos; ahora vienen
las preguntas que incitan a correr el camino con sonrisa imperiosa y mirada
sincera.
¡Niños, asomaos a la ventana y decidme si me he equivocado de camino! ¡Acompañadme
en esta aventura! Quiero con vuestra presencia, aunque sea el murmullo de un
adiós, sentir que mi refugio no es la obligación sino el divertimento de un
sueño preciso.
Las montañas se reflejan en el horizonte conocido y son muros abiertos donde aguarda mi esperanza junto a su reflejo ardiente. Entre ellos bailareis al son de la armonía repetitiva, ante la presencia de los viejos campesinos que con sus enormes guitarras seguirán tocando hasta la eternidad.
Alejandro Lema Villanueva