1.-
El banquero
Un
banquero, presuntamente muy aventajado, se tiró por la ventana del
piso decimocuarto del edificio de la bolsa de NY, se estampó y se
murió.
Otro
banquero, que observaba del edificio de enfrente como se tiraba el
primer banquero, se subió a la azotea y también se estampó contra
el suelo.
A
continuación, un tercer banquero se tiró por la ventana, luego un
cuarto, luego un quinto.
En
todo Estados Unidos se estaban suicidando banqueros y pronto también
en Europa se puso de moda. En menos de seis meses la crisis económica
mundial se había acabado y la gente empezó a vivir dignamente.
2.-La
Alcaldesa
En
cierta ocasión una alcaldesa muy conocida se dio un atracón de
comida, alcohol y drogas y se murió. Un compañero de partido, tan
pronto se enteró, también se murió. Otro, que se dedicaba a la
banca, se tiró por la ventana de su oficina. Familiares y amigos
siguieron su camino y se murieron porque sí. Otro del partido
contrario tuvo un accidente de tráfico. La abuela del presidente del
país huyó con un joven negro a África. Otros enfermaron o no
quisieron saber nada. ¡Hay que ver, lo que es el ser humano!
3.-La
Curia (Un milagro).
Esta
es la historia de un religioso piadoso que podía hacer milagros,
pero no los hacía. Él sabía que podía hacer todo tipo de milagros
y mejorar la vida de los pobres y de los enfermos, pero no los hacía.
Sería capaz de acabar con la pobreza de su país y llevar la
esperanza a los desventurados, pero no hacía nada. Pasaban los años
ejerciendo el ministerio con vestiduras sagradas y creyendo
ciegamente que podía hacer milagros. Al final se muere por un
problema hepático sin haber hecho un solo milagro en vida. Cuando se
muere, el Vaticano lo canonizan y lo hacen santo. Este ha sido su
primer y último milagro.
4.-El
Militar
Este
militar había servido en la Gran Guerra y había perdido una oreja
en el fragor de la batalla. Años después, en la Segunda Guerra,
resultó herido perdiendo una mano y un ojo. A la llegada a su país,
lo aclaman como un verdadero héroe y poco tiempo después le dan un
cargo en el Ministerio de la Guerra. Al día siguiente de jurar el
cargo y por razones desconocidas pierde la voz y ya no podrá hablar
jamás. Esto no es obstáculo para que lo asciendan dentro del
Ministerio. Acude a actos y a maniobras militares, y en una de estas
maniobras, una mina anti persona que no debía estar allí, explota y
le tienen que extirpar las dos piernas. Esto es definitivo para que
lo nombren Ministro de Defensa. Ocupando este cargo de tanta
responsabilidad y con tanto trabajo, apenas come y pronto la extrema
delgadez lo transforman en un pequeño trozo de carne, sin piernas,
sin brazos, sordo, mudo y ciego. Era tan insignificante que no
debería ni existir.
5.-Primer
Ministro
Hablar
del primer ministro no es fácil. En primer lugar, es necesario saber
cosas de él; en segundo lugar, apenas conozco nada de él. Solo sé
que, a duras penas es capaz de atarse los zapatos, y que en invierno
a menudo lleva un hilillo húmedo saliendo de su nariz. Ni que decir
tiene, que siempre anda con la bragueta abierta. Su vida consiste en visitar a compañeros que están en la cárcel acusados de
corrupción, y asistir a algún que otro funeral de amigos banqueros que se tiran por la ventana.
Este
hombre es el triste ejemplo de toda esa gente oportunista que ocupa
en la vida un puesto que no debería ocupar. (Fin de la cita).
6.-
La Princesa (El traje nuevo de la Infanta)
Acontecía
que todo un pueblo ciego y sordo miraba el dedo del niño que gritaba
mientras señalaba a la princesa: “la princesa es corrupta”.
Obviamente, la princesa estaba desnuda, enseñando todas sus
desvergüenzas. Así es el discurrir del mundo.
7.-El
Monarca (Obnubilación monárquica).
Siempre
había odiado los discursos políticos. El que más odiaba, y no por
largo, era el discurso del monarca en navidades. En esta tesitura,
deseaba quedarme ciego, sordo y perder todas mis facultades, ¿como
podría hacer desaparecer aquel insulso discurso? Todo podría
desaparecer durante 15 minutos. De pronto, desaparece el sentido del
tacto, y las cosas parecen no existir. El oído deja de funcionar, y
uno se siente más tranquilo. Desaparecen los restantes sentidos, y
el mundo por un instante mejora sin las palabras necias de aquel
monarca.
8.-
Yo
Todo
lo que puede decirse ya ha sido dicho muchas veces. No tengo nuevas
observaciones que hacer porque las cosas siguen pasando
irremediablemente. El mundo está esperando al amanecer.
Ramón
A.